jueves, 24 de junio de 2010

Vicent Van Gogh

Vincent Van Gogh nació en Zundert (Holanda) en 1853, fue hijo de un pastor evangelista. No fue una persona muy sociable debido a que tenia un carácter arisco, siendo así que su hermano menor, Theo, fue su mejor amigo. Empezó a trabajar los dieciséis años como aprendiz en la galería de arte Goupil en La Haya. A Van Gogh desde pequeño le atraía el arte, era por eso que le agradaba su trabajo. Le gustaban las pinturas del holandes Rembrandt y los paisajes de los pintores franceses Barbizón como Millet. Fue Bruselas y posteriormente a Londres, donde tuvo su primera crisis al enamorarse de la hija de los dueños de la pensión donde se alojaba, Úrsula Loger, la cual rechazó su proposición de matrimonio. Nuevamente la galería Goupil lo destinó a París y en 1876 acabó siendo despedido. Posteriormente siguió los pasos de su padre ingresar en la escuela evangélica. No siendo admitido en la Facultad de Teología protestante de Ámsterdam, se preparó en un centro protestante de Bruselas y fue enviado en 1879 como misionero evangelista a Wasmes, en la región de Borinage. Fue una época trascendental para Van Gogh, se dedicó por completo al cuidado de los mineros, despreocupándose de la ropa, de la comida y de los asuntos terrenales. Finalmente, en 1880 regresó agotado a casa de sus padres y decide dedicarse a la pintura.



Su estilo: pintaba a gente trabajando en los cuales expresara sus sentimientos. Van Gogh refleja con claro realismo la vida cotidiana de los menos protegidos, teniendo como punto de partida a los pintores realistas franceses como Millet. También tuvo un claro referente en Rembrandt en cuanto al cromatismo. Sus gamas ahora serán oscuras, los ambientes pobremente iluminados y con tensiones de luces y sombras.





El dormitorio del artista en Arlés en esa pintura Van Gogh considera al color como todo, su simplificación, que da una mayor grandiosidad a las cosas, siendo su objetivo provocar el descanso o el sueño en general. Observamos la clara influencia de los grabados japoneses en la sencillez del dibujo, los espacios planos de color, las pronunciadas perspectivas y la ausencia de sombras. La pintura está aplicada en capas espesas, las pinceladas negras envuelven a los objetos y delimitan los espacios, dando la sensación de que están llenos de color. El amarillo, que predomina en el cuadro, es el color de la luz del sol, la calidez y la felicidad.



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